Como tantos
otros, y yo no pretendo ser más persuasivo, vuelvo a toparme con la bipolar “Ley
de la Memoria Histórica ”.
Vuelvo a encontrarme con los defensores y detractores, vuelvo a encontrarme con
los dos bandos. En definitiva, vuelvo a encontrarme con las dos españas, las
dos españas de hace cuarenta años, de hace setenta y cinco, de hace ciento
cuarenta y uno, de hace doscientos dos años, ... Esas dos españas primitivas,
viscerales, ignorantes en sí mismas. Españas sin argumentos, españas sin reflexión,
sin concordia, sin comprensión hacia la discrepancia. Esas dos españas de puro
odio.
¡Cuanto daño,
cuanto horror, cuanta estupidez!
¿Alguien se ha
leído la Ley de la Memoria Histórica ?
La inmensa mayoría, no. Pero claro, "los nuestros, los de toda la vida, ¡ellos
sabrán!, dicen que sí/no" y nos colocan delante de los mismísimos morros un argumentario
que nos aprendemos y reproducimos de memoria; y con ese argumentarlo cual libro
santo, somos capaces de arrancarle las entrañas al que diga lo contrario, a los
otros.
Sí, ¡Cuanta
estupidez!
¡Bueno,
hombre, bueno! ¿Alguien se ha leído la moción que presenta en el pleno del 28
de marzo de 2014 el Grupo Municipal Socialista? ¡Ya!. Tampoco. De hecho este
humilde artículo va a ser leído diez veces y yo ya llevo cinco.
Se puede
valorar la moción, y con ello asumir un posicionamiento, desde dos perspectivas
distintas. Una sería, “otra vez estos perdedores (o gente torturada por el
odio, o revanchistas) queriendo desenterrar lo que pasó hace setenta y cinco
años”; otra sería leerse la moción y en un extremo, poco apto para españoles,
la ley. Ya sería excesivo entender que las leyes o se
derogan o se cumplen. ¡En fin, usted decide!.