sábado, 4 de febrero de 2012

Pleno de Enero. ¡Esto es la guerra!

Mire usted, a los plenos vamos cada uno con predisposiciones distintas. Objetividad, mente abierta, tolerancia, y todas esas inocentes mojigaterías, ¡pues mire!, va a ser que no; y el que diga que sí, digo yo desde aquí, formalmente y con la mano encima de mi colección de Tintín, que miente como un bellaco.
Cada quién y cada cual, va con sus colores como quien va con los hooligans a un partido de fútbol, pero con muy mala hostia. Va buscando qué reprochar y qué ponderar de los políticos que cada cual ha sentado en las bancadas para que nos cuenten lo que queremos que nos cuenten y para que se enfrenten con quienes queremos que se enfrenten. Para eso les pagamos, ¡vamos, digo yo!
Con esa mentalidad, los asistentes invitados, como hormigas carnívoras, van convergiendo en la plaza del Ayuntamiento desde primeras horas de una mañana algo fría pero muy soleada para estas alturas del mes de enero, parándose lo justo para salutaciones de compromiso en la puerta de la Casa Consistorial y encaminándose hacia el salón de plenos, ávidos de encontrar sitio adecuado para los trajines que se avecinan.
Los primeros corrillos que ya se habían formado en la plaza, van tomando posiciones dentro, más por interés numantino que por necesidad  social. En esos grupos de parla más que moderada, se ven destacar cabezas buscadoras, ojos anunciadores y manos encubridoras,  con más artes que todas las habidas en los mentideros de la capital.
A los bisoños les extraña, incluso les hace gracia, que los más lidiaos de la plaza,  intercambien alguna broma con los de otra camarilla, sin percatarse de que, las más de las veces, van cargadas con más veneno que un cementerio nuclear. Si por infortunio se encuentran solos, se sientan muy formalitos y es todo un mirar hacia atrás en busca del conocido salvador, ya entrado en estos menesteres, que les alivie la congoja propiciada por la solemnidad del asunto y las miradas, más bien intimidatorias, de los cofrades de la política que por allí campean, con desenvoltura insultante, inquiriendo afinidades.
Y es que allí no vaya usted a pensar que solamente trabajan los políticos o los técnicos del Ayuntamiento, ni muchísimo menos. Entre los de la platea hay comisionados, cada cual por su partido político, unos para fotografiar el evento, otros para sacar apuntes, los de allí twitean, los de acá analizan situaciones, los de allá toman notas, y vaya usted a saber cuantas otras cosas más. Así que, los que van, en su inmensa mayoría, no son curiosos desocupados ni ciudadanos preocupados por el ejercicio político en su pueblo, sino que lo más de la parroquia está compuesta por la soldadesca dispuesta a batirse defendiendo las posiciones de sus vanguardias políticas, las cuales, una vez sentadas en sus correspondientes sitios, han cambiado la cara conciliadora que portaban para sus rivales, por la cara circunspecta que se les debe suponer en el negocio de marras.
Poco tiene que ver el salón de plenos con un teatrillo, como algunos pretenden, sino con un verdadero campo de batalla, la cual se inicia cuando hacen acto de presencia los técnicos que, a modo de edecanes, preceden a un Alcalde, que más pareciera rey, por la soberbia y el autoritarismo con los que dirige, o se dirige, desde la atalaya de su supuesta hidalguía, a todos los allí presentes.
A poco que un esporádico espectador se asomase en esos primeros lances de introducción, ya podría su imaginación verse envuelta en el piafar de caballos, estruendo de tambores y cornetines, y ruido de hierros, que para sí atronaran la estancia entera.
Tan cierto es como que en las primeras intervenciones los rivales per se, el PP y el del PSOE, se enzarzan en lid dejando a los otros, léase PPVO, IU y UPyD, intentando asimilar por dónde les van a venir los tiros, si por aquí o por acullá.
El PPVO asume su rol de aliado ladino del malo de la  película, que lo único que pretende es que no se le note mucho, que nadie se enteré que está allí, bajar la cabeza y llevárselo crudo a final de mes. Podría llamarse a su posición, el barranco del emboscado, están el último rincón del campo de batalla; vamos que si no te fijas ni los ves.
IU es todo lo contrario, son todos caballeros (guerreros a caballo, digo) y sus monturas son la demagogia. Van bien ataviados y pertrechados, con sus sobrevestas en oro y rojo. Gallardos ellos, si señor, quedan muy monos en sus elevadas posiciones elegidas para ser admirados, Hacen piafar sus monturas y ondear a sus estandartes. Están situados en la cima más alta no se sabe muy bien si para caerle simpático al Alcalde o mentarle a la madre; pero, desde lejos, muy lejos que ya se sabe que los campos de batalla son muy sucios para tal altos señores.
¿Y UPyD?. Yo creo que el día menos pensado se les va a olvidar dónde esta el Ayuntamiento. Son, en un ejercito, ese cuerpo que va descarriado, sin tener ni idea de lo que hace, y recibiendo todas las tortas: las del Gobierno, por ponerse en medio, las de la oposición, porque están en medio. No saben si tirar con morteros, culebrinas o falconetes; a toda carrera bajan loma abajo sin saber bien a qué, se les enredan las armas entre las piernas, se les baja la celada y, finalmente, y con gran estrépito, dan con sus cuerpos en el suelo ante las risas de todos. Siempre igual. Pensamos que no pueden hacer más el ridículo y todos los plenos lo hacen con más mérito; aunque, ciertamente, el que hicieron en el de enero parece insuperable.
¡En fin!. Vale que yo soy del PSOE, pero es justo reconocer que también el PP tiene una mínima profesionalidad en el campo de batalla. Lo que pasa es que ellos son los malos, y a los malos les toca perder; ¡que se jodan!.
Si en el mes de noviembre vi como caía sacrificada la concejala de Bienestar Social del PP ante la presión de Elena Altares (PSOE) a cuenta de “El Día de la Mujer”, en este vi como Juan Carlos Bartolomé (PSOE) hacía caer a Joaquín Navarro (PP), a cuenta de haber eliminado un espacio de expresión en la revista a los Grupos Municipales; confesó el general liberal que esa fue una decisión tomada por interés político y no por falta de dinero como hasta la fecha argumentaba el PP. Pero es que más tarde, otra vez Elena Altares, consiguió hacer morder el polvo a la concejala de Movilidad y Trasporte, puesta entre la pared de datos económicos de mucho alcance y poca sostenibilidad, y la espada de los dineros, contantes y sonantes, de los usuarios del trasporte.
Una batalla más, un pleno más. Comentarios en los cuarteles. Algunos tendrán que explicar cosas, otros oír cantar sus gestas del día, todos prepararse, pues en la mente de los ejércitos está ya el pleno del mes de febrero.