jueves, 22 de marzo de 2012

De candidatos y electores


Se acerca el momento en el que los militantes adscritos a la Agrupación Socialista de Villaviciosa de Odón, tenemos que elegir un nuevo Secretario General y una nueva Comisión Ejecutiva.

 

Es una suerte militar en un partido democrático que permite la alternancia en la cúpula y no que sus cargos sean elegidos a dedo como el caso del Partido Popular. Y es que, qué un partido viva o desarrolle sus programas en un entorno democrático, no le cualifica para ser un partido demócrata.

 

Todos podemos presentar nuestra candidatura a la Secretaría General, todos podemos presentar un equipo que represente nuestro proyecto sea este legítimo, o no; porque, sí, no todo es legítimo. Es, en este momento, cuando los que van a encabezar una candidatura hacen cábalas sobre el resto de la lista que va a presentar. Elegirán los candidatos basándose en cualidades del militante, tales como su valía personal, el buen hacer compatible con su modelo de organización, su apoyo incondicional a la estrategia seguida por alguna corriente del PSM, la rentabilidad, política o personal, de la elección; y otras tantas cualidades que, como yo no me presento no me tengo que ocupar en plantear. Lo cierto es que el orden de estas cualidades elegidas por el candidato le define a él mismo; dato este que se nos oculta, y con razón, pues excusas para la designación hay por doquier y su objetividad baladí. Eso queda en la ecuanimidad del candidato.

 

Mi pregunta es: ¿qué pasaría si un candidato no encontrara el equipo adecuado?, ¿renunciaría a la candidatura?, ¿presentaría lo que fuese como puro trámite?. ¡Bueno!, eso es algo que también ha de quedar en su ecuanimidad.

 

Por otro lado quedan los militantes que están obligados a elegir a un candidato, o disentir de todos ellos. Ellos conocen directamente a los candidatos. Ellos saben lo que puede dar de sí el y el equipo que encabeza; no se pueden dar por engañados. Por tanto, no son las variables que obligaron al candidato a la conformación del equipo las que le preocupan al elector sino la propia actitud personal ante la votación: la legitimidad de su voto.

 

 

domingo, 11 de marzo de 2012

Artesano o artista


Para un científico, o un ser hiperracional, cuando has analizado la problemática que supone un punto de inflexión en la cotidianidad de la propia existencia, se llega a la solución; por definición, la más sencilla de todas. ¡Asunto concluido!
Pero no es así. Y no es que la solución haya sido mal buscada, o mal encontrada. Ello significaría que no somos seres humanos. No existiría disparidad en nuestra naturaleza. Algo así  como una reacción química previamente acotada en valores expresamente cuantificados. ¡No, no somos así! Ni siquiera lo queremos ser. Por naturaleza somos distintos unos a otros y eso nos gusta.
Eso sí, somos seres gregarios y nos gusta singularizarnos con respecto a los demás perteneciendo a un grupo. Porque, eso es otra, ¡cómo disfrutamos de nuestras propias incongruencias! - Sí, pero hasta aquí. No, pero quizás-. Qué maravillosa estulticia la que acomoda a los seres racionales en la vida. Nos creemos los seres más racionales y no somos sino víctimas de nuestra propia irracionalidad.
Si contrastamos la psicología del artesano con el del artista, veríamos, por un lado, el ser racional, empírico, cognoscitivo, al ser que progresa entre dos estadios con arreglo a su tenacidad, su esfuerzo y su autoformación; por otro el ser irracional víctima de su propia personalidad, al ser de las percepciones fracasadas, al ser que le desborda la esencia inalcanzable, voluble, abstracta. Sin embargo la estupidez de las sociedades nos dicta cual es el camino adecuado, mediante la estupidez individual de cada uno de sus miembros. “Hay que ser artista, el artesano es un obrero muerto de hambre”; “El camino de la mediocridad, frente el camino de la memoria historia”. Pero es todo lo contrario.
A mis alumnos les ruego que intenten ser artesanos, nunca artistas, pero también sé, por experiencia propia, que eso es algo que no van a poder elegir porque lo uno o lo otro está dentro de ellos mismos, fuera de su alcance. Hoy en día las mujeres se pueden poner pechos más grandes, los hombres se pueden poner pelo dónde los años se lo quitaron, pero todavía no se pueden comprar una personalidad deseada como lo harían con un traje.
Me siento incapaz de luchar contra la insatisfacción, la irracionalidad me subyuga, la inminencia del fracaso me atrae vertiginosamente. Si quiero fotografiar un escenario, no puedo dejar de pensar que esa misma foto la han hecho cientos de miles de personas antes que yo, y si eso es así, ¿para qué quiero fotografiarla? Tiene que haber otra solución a la manida foto de la torre Eiffiel un día soleado de primavera, incluso a un día lluvioso. Cuando la valoración de las zonas quemadas de la fotografía ya es algo innecesario, la profundidad de campo que resalta la torre es un reflejo empírico, las texturas arrancadas del papel no son capaces de justificarte como fotógrafo, entonces, te das cuenta de que eres un desgraciado y, lo que es más grave, lo has sido toda tu vida y lo serás hasta que te mueras.
Si un día vas a Normandía tendrás, de la forma que cultural y psicológicamente te atañe, que imbuirte en el desembarco que las tropas aliadas protagonizaron contra el fascismo de Hitler. Visitarás el cementerio americano con sus cruces y estrellas de David blancas e inmaculadas, el césped, perfectamente silueteado alrededor de las cruces, salas de honores y aulas documentalistas; también verás el cementerio alemán, con sus cruces encuadradas –estas marrones como su derrota-  yaciendo sobre la hierba. Todo en perfecta armonía, todo en un milimétrico plano evocador de la gloriosa gesta, en un mundo de orden y egolatría. Cientos de personas, al unísono, disparando sus obturadores, pisándose las fotos unos a otros. Pero tú te haces un par de preguntas: ¿Es la muerte que allí se glorifica blanca?, ¿cuándo ves las edades de los alemanes caídos, es la exquisita formación de hileras lo que lo evoca? . Si te contestas que la muerte está hecha de fango, de sangre, de cuerpos mutilados, de olor a muerte y a defecaciones incontroladas, si es eso lo que ves y si es eso lo que quieres reproducir, si la velocidad del obturador, la apertura del diafragma, la sensibilidad del sensor no son todo lo que necesitas, amigo mío eres un desgraciado porque entonces eres un artista. Un artista sin gloria, un artista sin reconocimiento social, pero un artista y, para nuestra desgracia, eso no lo puedes cambiar.

lunes, 5 de marzo de 2012

12º Congreso Regional PSM