Hasta las pelotas.
Hasta las pelotas de malos
rollos, hasta las pelotas de gentuza que quieren medrar a costa de los demás,
hasta las pelotas de puñaladas por la espalda, hasta las pelotas de mentiras,
subterfugios, envidias, deslealtades, vanidades, complejos, trastornos de la
personalidad; hasta las pelotas.
Hasta las pelotas de gente sin
vida que pretenden su patética existencia pisando al que creen por delante, hasta
las pelotas del fuego amigo, del fuego canalla, del fuego cainista. De
amistades truncadas, amistades egoístas, amistades rentabilizadas y,
finalmente, amistades humilladas y desatendidas; hasta las pelotas.
Hasta las pelotas de proyectos en
la papelera enterrados en rivalidad,
hasta las pelotas de ineficacia por “yo me pongo tú te quitas, yo me quedo a
toda costa”, hasta las pelotas de los destructores en lugar de los
constructores, hasta las pelotas del yo soy más listo que tú; hasta las
pelotas.
Hasta las pelotas del desánimo en
la lucha por tus ideales, la caballeresca de saber quien es tu rival, el porque
estás en donde estas y quien está enfrente, en tu dignidad y honorabilidad en
el enfrentamiento limpio y verdadero; hasta las pelotas
Paso a paso, poco a poco, llegará
el día en el que me decida definitivamente a dejar de llamar a mucha gente,
compañeros; por que algo sí he aprendido: que no lo son.