jueves, 16 de julio de 2015

Malos tiempos para los ciudadanos


Desde mi punto de vista vivimos un momento políticamente incorrecto en nuestro entorno institucional supuestamente garante de la vida gratificante de los ciudadanos.

Poderes legislativo, ejecutivo y judicial; Europa, España, comunidad autónoma, municipio; todo me parece inmerso en un fracaso político cuyas consecuencias van a modular nuestra futura vida.

Qué puedo decir de una Europa sumida en verdaderas batallas deshonestas, capaz de amputar uno de sus brazos por la defensa de unos valores económicos determinados y una hegemonía nacionalista; qué de una España cuyos poderes constitucionales no son creíbles por la ciudadanía, en la que un gobierno corrupto y una oposición que tiene que estar callada porque enseguida la tapan la boca, disponen con estrategias mafiosas su secularización política; qué de unas comunidades autónomas insolidarias con el resto de administraciones del mismo nivel y con sus propios ciudadanos cuyo referentes ideológicos los separan más y más de los intereses de la ciudadanía; y, por último, qué de unos municipios que basan sus estrategias políticas, no en el beneficio de sus vecinos, sino en personalismos impropios de su elección como lo son las querellas personales, el afán de protagonismo, o la radicalización del mensaje. ¿Qué clase política tenemos?

Parece que nos hemos acostumbrado muy pronto a las mayorías absolutas, y oposiciones resignadas, y nos hemos olvidado de la negociación para el beneficio público, del poder que tiene el convencer con respecto al vencer (Unamuno), de que la armonía pública se basa en la armonía política y que no es lo mismo tener una institución honorable que una verdulería de iracundas vendedoras (que no se ofenda nadie por el tópico) que quieren vender sus lechugas pretendiendo disimular su incompetencia con sus exabruptos.

Malos tiempos para los ciudadanos.