martes, 29 de noviembre de 2011

Primarias

Me considero una persona dinámica. Quiero decir que no me gusta quedarme parado a que pase el chaparrón, que soy de los que corren hacia el final de la nube. Y cuando esa nube simboliza las elecciones generales del 20 de noviembre, aún corro más.

El PSOE se encuentra ante el dilema de quien será el Portavoz del Grupo Parlamentario. Esto, en principio, hay a quien le puede parecer una obviedad, sin embargo esa persona no cuenta con que, tradicionalmente, el Portavoz suele coincidir con el Secretario General. Encima hay que darse prisa en la elección porque existen materias de índole parlamentaria que hay que empezar a gestionar.

Por tanto nos encontramos con la primera cuestión: ¿debemos seguir la tradición hasta hacerla norma, o debemos implicarnos en la fórmula de segregación capital entre Partido y Grupo?. Una de las opciones es de uniformidad, otra es de consenso; una se caracteriza por la coherencia de la acción pero se desgasta con la frustración de los disidentes, la otra se enriquece con la pluralidad pero necesita de más recursos pues es mucho más elaborada. De ello se derivan las características personales que cumplen los responsables de ambas configuraciones, en la primera encaja el individualista y en la segunda el colectivista, el conservador y el innovador, el garante personal y el garantizado por las circunstancias.

A raíz de lo antedicho queda por contrastar la configuración del partido con el momento sociopolítico que vivimos. A mí, personalmente, me pesa la losa de aquellas personas que se acercaron a movimientos como el de los indignados, la losa de las encuestas sobre la popularidad de los políticos, o de los comentarios a pie de calle. Todas esas manifestaciones públicas, asumidas por gran parte de los ciudadanos, están encaminadas a buscar algo perdido. Lo malo es que lo hemos perdido nosotros que nos hemos afanado, como garantía de autodefensa, en cimentar el aparato del partido, muy proclive a la uniformidad, y, lo hemos hecho incomprensible para el ciudadano.

Hay una quiebra, y absurdo es negarlo, entre el Partido Socialista, la clase obrera y la clase burguesa que ideológicamente le sustenta, y esa clase obrera y burguesa se encuentra en la tesitura de buscar nuevos apoyos hechos a su imagen y semejanza y no a imagen y semejanza de una “marca” (así califican algunos al acrónimo PSOE) multinacional de gestión de derechos sociales.

Hablar de castigo de los votantes es hablar con palabras huecas. El propósito de enmienda es una fórmula utilizada por los sacerdotes, para perdonar las maldades de sus acólitos y que se vayan tan tranquilos. Nosotros tenemos que hablar de replanteamiento, y de replanteamiento en profundidad. No podemos seguir operando desde detrás de suntuosos edificios, ni de coches oficiales, ni de una legión de asesores, porque somos el partido del pueblo, y ese pueblo no concibe ni esos elementos materiales, ni estructuras orgánicas que eleven el estatus del aparato hasta un nivel que su oído esté demasiado arriba como para escuchar la voz de los de abajo.

En el PSOE, Todos somos de abajo, desde Zapatero hasta mí. Y es ahí donde debemos vernos, es ahí donde deben elegirse las políticas, es desde ahí desde donde deben elegirse los representantes. Por eso creo en las primarias. Creo en ellas no como elemento de confrontación entre tesis o entre personas, sino en lugar de corresponsabilización con las políticas planificadas, dónde elegir el modelo de partido que ha de superar este cisma que impide la vinculación con nuestra naturaleza, e impulsarlo desde abajo para que llegue arriba dentro de cuatro años.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Crónica de un pleno (25 de noviembre de 2011)


Para alguien que lleva durante toda la legislatura asistiendo a los plenos, el de hoy viene a demostrar el empeño de todos los grupos en ocupar posiciones estratégicas capaces de desarticular el apoyo que los votantes han dado a los rivales. No se trata de recrear una corporación pacífica, construida cualitativa y cuantitativamente con resignación inmovilista. Ya no nos encontramos en un escenario educado, comprensivo, amistoso, de alguna forma institucionalizado con la naturaleza anacrónica como una más de sus instituciones locales en el que los elegidos se emplean más o menos a fondo en “asuntos de políticos”. Nos encontramos en una lucha sin cuartel donde un grupo intenta desenmascarar al otro y mostrar a la ciudadanía la verdadera faz de su contrario, porque ahora sí, dejémonos de sutil circunloquio, entre las paredes del Ayuntamiento se encuentra un verdadero campo de batalla sino ideológico -ya que dos de esos grupos, por antecedentes, por nacimiento y por trayectoria, carecen de ella- sí, al menos, político.

Dentro de esa lucha se evidencia quienes son los verdaderos contendientes, por encima de las muy buenas cualidades oratorias del portavoz de IU, por encima de los vaivenes sin posicionamiento trasparente de UPyD, o por encima de la vendida voluntad del PPVO, los verdaderos contendientes, entre ellos mismos reconocidos, se posicionan a cara de perro unos frente a otro y tanto unos como otros se emplean con saña, obviando, y en algún caso negando la presencia de los otros tres, a los que perceptiblemente se les trata, en mayor o menor medida, como lo que son, invitados de la crisis, invitados de la desinformación, invitados de la decepción, invitados, en definitiva, de los votantes.
Hoy es palmario un antes y un después, ante el comprensible horror del PP, ante la frustración de UPyD que no termina de ver el fácil acomodo de su demagogia y ante la absoluta motivación de PSOE e IU. La buena educación de niños de pantalón corto, chaqueta y corbata, la “España de camisa blanca”, ha dado paso a la lucha legítima de la ideología en democracia.



 Y, en esa conflictividad, el PSOE, independientemente de otras intervenciones cuyo vencedor queda a juicio de los especuladores, ha obligado a posicionarse al PP en contra de una moción contra la violencia de género que momentos más tarde, cínicamente, aplaudían los populares en la plaza del pueblo de cara al electorado.  Los socialistas, que tan sólo proponían compromiso de mantenimiento de políticas activas en la lucha contra  la violencia de género, demostraron que a los liberales les importa más no contrariar a Esperanza Aguirre que las víctimas. Luego surgieron otros altercados, otros enfrentamientos, pero esta moción dejo al PP en evidencia.
Hoy es un gran día, hemos abandonado el ostracismo de la política en Villaviciosa de Odón.

jueves, 24 de noviembre de 2011

¡Pues va a ser que no!




Uno, bicho raro donde los haya, socialista y convencido de que se ha cometido una injusticia con la crítica de la gestión del Presidente del Gobierno Sr. Rodríguez Zapatero, creía, tonto de mí, que mis compatriotas se iban a echar las manos a la cabeza por lo que habían hecho instantes después de depositar su voto liberal en la urna. Y no. No ha sido así.

Todavía no ha tomado posesión el Sr. Rajoy, cuando ya se percibe el futuro para aquellas personas que dependen de un sueldo, ya las comunidades autónomas se hacen eco de los devaneos liberales, ya se amenaza a funcionarios, pensionistas, dependientes, escolares, docentes, sanitarios. Tarde para rectificar los votantes, los líderes del PP callan y se hacen los esquivos para no explicar cuales son sus milagrosas recetas para sacarnos del descalabro económico que creo el sistema liberal americano, esas explicaciones que no dieron cuando debían con el beneplácito de los votantes, antes de las elecciones. Sólo gracias a los ansiosos mercaderes que exigen explicaciones o le dictan al presunto líder liberal lo que debe de hacer. Sin embargo en las calles no se aprecia reacción de frustración. Parece que en este país los toreros votan a la Liga Antitaurina. Somos así de quijotes.

El Estado es el problema

lunes, 21 de noviembre de 2011

El poso de la derrota

Ayer sucumbimos ante una nueva derrota. La más contundente de todas las que hemos tenido. Una derrota que nos ha dejado sin aliento, de la que nos cuesta incluso lamernos las heridas.


Miramos con temor a nuestros adversarios, prestos como siempre a degollar heridos, miramos con resentimiento a los ciudadanos que nos han mandado de un plumazo a lo más hondo del pozo de los sacrificios; y miramos con inquina a nuestros propios compañeros a los que nuestra tozudez, nuestra arrogancia, les hace culpables, por omisión o traición, de nuestra caída. Viejas recetas para curar las heridas de nuevas derrotas.

¿Qué sacamos en claro de la plañidera receta? Con más o menos razón en los argumentos que podamos apostillar contra el modus operandi del contrario, contra la incomprensión de los votantes o contra la actitud de nuestros compañeros, ¿a qué nos conduce autojustificarnos? ¿Necesitamos lamernos las heridas o reorganizar nuestra lucha?

Mi opción ante la alternativa es la reorganización. Y, ante esa decisión, cabría preguntarse qué se pretende: ganar o defender. ¡Ojo!, ganar electoralmente como fin, como sedimento del aparato y de sus actores; o retrotraernos a nuestra ideología como cimiento de la reinvención de nuestra lucha por la defensa de nuestra opción política.

En este batallar de los últimos cuatro años nos han infligido multitud de heridas. Pero ninguna ha sido tan grave, tan desgarradora, como la incomprensión de los ciudadanos, los insultos, la desacreditación permanente. La pregunta es: ¿nos la merecemos?. Pues sí, creo que sí, porque por encima de los juicios de valor personales, del talante crítico de barra de bar de nuestros conciudadanos, del aparato divulgativo de nuestro adversario, me parece que hemos roto el cordón umbilical entre el partido y la clase desfavorecida, clase trabajadora y la clase burguesa a la que pretendemos defender del yugo del capitalismo, del yugo del tanto tienes, tanto vales. Quizás no hayamos abandonado políticas sociales, quizás no hayamos luchado en pro de la sostenibilidad de una España financieramente atacada por la especulación mercantilista, pero sí existe la percepción de que se ha hecho desde una marca empresarial gestora del bien publico (ahora, incomprensiblemente para mí, se le llama marca a los partidos políticos, como si fabricasen inodoros sociales), y no como una organización de alma política.

A partir de ese SÍ, “SÍ” doloroso, “SÍ” humillante, nos encontramos con un “SÍ” revolucionario, con un “SÍ” valiente, con un “SÍ” constructivo, un “SÍ” de fuerza. El “SÍ” de la defensa de nuestra ideología, de nuestro partido y de lo que representamos.

“SÍ” mortificante, por cuanto conlleva la amputación de órganos gangrenados hace tiempo, conlleva el análisis y el reconocimiento de nuestras propias incompetencias, conlleva desnudar nuestra actuación para diseccionarla y reconstruirla y, sobre todo, conlleva negar nuestra naturaleza humana propensa a la autodefensa a ultranza del ego individual.

Creo en un trabajo de titanes, un trabajo de héroes, para volver a entroncarnos en los ciento treinta y cinco años de historia, de esa historia sin coches oficiales, sin estatus quo, sin carteras oficiales, sin carreras administrativas personales, sin el “yo” por encima de socialismo. Ese entronque que nos demandan, por esa perdida que lloran y nos escupen a la cara los ciudadanos, los desfavorecidos, las compañeras y compañeros trabajadores, las ciudadanas y ciudadanos subyugados por hipotecas, por problemas en sus pequeñas empresas donde ejercen de trabajadores temporales. Os propongo ilusión por luchar codo con codo con el compañero, priorizándole a él antes que a ti mismo, priorizando a la Agrupación y al Partido por encima de tus reivindicaciones personales. Os propongo sacrificio, os propongo socialismo, y os propongo que lo hagamos desde aquí abajo para que llegue allá arriba.

Hoy es lunes compañeros, hoy nuestra agrupación está abierta a las 19:30. También lo estará el próximo lunes, y el siguiente, y el siguiente. Es el núcleo socialista de Villaviciosa de Odón dónde, si queremos, empieza la nueva batalla.

Salud.