lunes, 21 de noviembre de 2011

El poso de la derrota

Ayer sucumbimos ante una nueva derrota. La más contundente de todas las que hemos tenido. Una derrota que nos ha dejado sin aliento, de la que nos cuesta incluso lamernos las heridas.


Miramos con temor a nuestros adversarios, prestos como siempre a degollar heridos, miramos con resentimiento a los ciudadanos que nos han mandado de un plumazo a lo más hondo del pozo de los sacrificios; y miramos con inquina a nuestros propios compañeros a los que nuestra tozudez, nuestra arrogancia, les hace culpables, por omisión o traición, de nuestra caída. Viejas recetas para curar las heridas de nuevas derrotas.

¿Qué sacamos en claro de la plañidera receta? Con más o menos razón en los argumentos que podamos apostillar contra el modus operandi del contrario, contra la incomprensión de los votantes o contra la actitud de nuestros compañeros, ¿a qué nos conduce autojustificarnos? ¿Necesitamos lamernos las heridas o reorganizar nuestra lucha?

Mi opción ante la alternativa es la reorganización. Y, ante esa decisión, cabría preguntarse qué se pretende: ganar o defender. ¡Ojo!, ganar electoralmente como fin, como sedimento del aparato y de sus actores; o retrotraernos a nuestra ideología como cimiento de la reinvención de nuestra lucha por la defensa de nuestra opción política.

En este batallar de los últimos cuatro años nos han infligido multitud de heridas. Pero ninguna ha sido tan grave, tan desgarradora, como la incomprensión de los ciudadanos, los insultos, la desacreditación permanente. La pregunta es: ¿nos la merecemos?. Pues sí, creo que sí, porque por encima de los juicios de valor personales, del talante crítico de barra de bar de nuestros conciudadanos, del aparato divulgativo de nuestro adversario, me parece que hemos roto el cordón umbilical entre el partido y la clase desfavorecida, clase trabajadora y la clase burguesa a la que pretendemos defender del yugo del capitalismo, del yugo del tanto tienes, tanto vales. Quizás no hayamos abandonado políticas sociales, quizás no hayamos luchado en pro de la sostenibilidad de una España financieramente atacada por la especulación mercantilista, pero sí existe la percepción de que se ha hecho desde una marca empresarial gestora del bien publico (ahora, incomprensiblemente para mí, se le llama marca a los partidos políticos, como si fabricasen inodoros sociales), y no como una organización de alma política.

A partir de ese SÍ, “SÍ” doloroso, “SÍ” humillante, nos encontramos con un “SÍ” revolucionario, con un “SÍ” valiente, con un “SÍ” constructivo, un “SÍ” de fuerza. El “SÍ” de la defensa de nuestra ideología, de nuestro partido y de lo que representamos.

“SÍ” mortificante, por cuanto conlleva la amputación de órganos gangrenados hace tiempo, conlleva el análisis y el reconocimiento de nuestras propias incompetencias, conlleva desnudar nuestra actuación para diseccionarla y reconstruirla y, sobre todo, conlleva negar nuestra naturaleza humana propensa a la autodefensa a ultranza del ego individual.

Creo en un trabajo de titanes, un trabajo de héroes, para volver a entroncarnos en los ciento treinta y cinco años de historia, de esa historia sin coches oficiales, sin estatus quo, sin carteras oficiales, sin carreras administrativas personales, sin el “yo” por encima de socialismo. Ese entronque que nos demandan, por esa perdida que lloran y nos escupen a la cara los ciudadanos, los desfavorecidos, las compañeras y compañeros trabajadores, las ciudadanas y ciudadanos subyugados por hipotecas, por problemas en sus pequeñas empresas donde ejercen de trabajadores temporales. Os propongo ilusión por luchar codo con codo con el compañero, priorizándole a él antes que a ti mismo, priorizando a la Agrupación y al Partido por encima de tus reivindicaciones personales. Os propongo sacrificio, os propongo socialismo, y os propongo que lo hagamos desde aquí abajo para que llegue allá arriba.

Hoy es lunes compañeros, hoy nuestra agrupación está abierta a las 19:30. También lo estará el próximo lunes, y el siguiente, y el siguiente. Es el núcleo socialista de Villaviciosa de Odón dónde, si queremos, empieza la nueva batalla.

Salud.