Para alguien que lleva durante toda la legislatura asistiendo
a los plenos, el de hoy viene a demostrar el empeño de todos los grupos en
ocupar posiciones estratégicas capaces de desarticular el apoyo que los votantes
han dado a los rivales. No se trata de recrear una corporación pacífica, construida
cualitativa y cuantitativamente con resignación inmovilista. Ya no nos
encontramos en un escenario educado, comprensivo, amistoso, de alguna forma
institucionalizado con la naturaleza anacrónica como una más de sus
instituciones locales en el que los elegidos se emplean más o menos a fondo en
“asuntos de políticos”. Nos encontramos en una lucha sin cuartel donde un grupo
intenta desenmascarar al otro y mostrar a la ciudadanía la verdadera faz de su
contrario, porque ahora sí, dejémonos de sutil circunloquio, entre las paredes
del Ayuntamiento se encuentra un verdadero campo de batalla sino ideológico -ya
que dos de esos grupos, por antecedentes, por nacimiento y por trayectoria,
carecen de ella- sí, al menos, político.
Dentro de esa lucha se evidencia quienes son los verdaderos
contendientes, por encima de las muy buenas cualidades oratorias del portavoz
de IU, por encima de los vaivenes sin posicionamiento trasparente de UPyD, o
por encima de la vendida voluntad del PPVO, los verdaderos contendientes, entre
ellos mismos reconocidos, se posicionan a cara de perro unos frente a otro y
tanto unos como otros se emplean con saña, obviando, y en algún caso negando la
presencia de los otros tres, a los que perceptiblemente se les trata, en mayor
o menor medida, como lo que son, invitados de la crisis, invitados de la
desinformación, invitados de la decepción, invitados, en definitiva, de los
votantes.
Hoy es palmario un antes y un después, ante el comprensible
horror del PP, ante la frustración de UPyD que no termina de ver el fácil acomodo
de su demagogia y ante la absoluta motivación de PSOE e IU. La buena educación
de niños de pantalón corto, chaqueta y corbata, la “España de camisa blanca”, ha
dado paso a la lucha legítima de la ideología en democracia.
Y, en esa conflictividad, el PSOE, independientemente de
otras intervenciones cuyo vencedor queda a juicio de los especuladores, ha
obligado a posicionarse al PP en contra de una moción contra la violencia de
género que momentos más tarde, cínicamente, aplaudían los populares en la plaza
del pueblo de cara al electorado. Los
socialistas, que tan sólo proponían compromiso de mantenimiento de políticas
activas en la lucha contra la violencia
de género, demostraron que a los liberales les importa más no contrariar a
Esperanza Aguirre que las víctimas. Luego surgieron otros altercados, otros
enfrentamientos, pero esta moción dejo al PP en evidencia.
Hoy es un gran día, hemos abandonado el ostracismo de la
política en Villaviciosa de Odón.