viernes, 17 de julio de 2015

La niña llorando y la Unión Europea


¿Cuándo se ha producido el cisma entre el ciudadano y el político profesional?

 

Hoy leo, y veo, en El País un artículo sobre una niña libanesa que le dice a Merkel que quiere ser feliz, que quiere un futuro, un futuro que imagina dentro de una estructura profesional. Podría seguir especulando sobre ese entorno pero mejor eso os lo dejo a vosotros; quizás os imaginéis un entorno de libertad, de seguridad, de respeto. Sí, quizás el breve video “capado” por la siniestra mano de la censura, omitió esos detalles.

Merkel, hablando en plata, le dice que se joda, que coño, que hay mucho palestino muerto de hambre por el mundo y que ella no puede solucionar el problema de todos.

 

Demagogia sería haberla dicho que sí puede. Demagogia sería decirle que no se preocupe  que está todo planificado ya. Demagogia sería decirle que no importa donde haya nacido, que madre la haya parido o qué coño han hecho para hacer de su lugar de nacimiento una puta mierda. Ella es una niña, una niña que sueña y sonríe a sus sueños, que es sensible a lo que ve a su alrededor, y se le iluminan los ojos, que cree que puede vivir lo que adivina, y no cabe en sí de gozo. Ella es una niña.

 

¿Cuándo el político profesional dejo de ser sensible a una niña, a un anciano, a un parado, a un enfermo? ¿En que momento todo eso no fue más que una cifra en un presupuesto, en una conveniencia, en una variable de la ecuación? ¿En que momento se calificó todo eso de demagogia? ¿En que momento el político profesional se olvido de una niña llorando?