miércoles, 9 de julio de 2014

Agresión sindical


Vivimos unos momentos socialmente convulsos. Convulsos porque una parte minoritaria de la sociedad, aquella que detenta el poder sobre la mayoría, posee unas herramientas, legítimamente adquiridas pero ilegítimamente utilizadas, para anteponer sus intereses en la sociedad que todos formamos. Convulsos, al fin, porque, como si de un principio físico se tratase, toda acción por parte de ese sector, requiere de una reacción por parte del otro, del nuestro.

La patronal, privada o pública, y su herramienta política, el Partido Popular, tejen, sin ningún escrúpulo, una sociedad insolidaria, agresiva, competitiva e injusta, basada en la fuerza, en el poder, en la capacidad para ningunear, si no doblegar, al otro.

La agresión personal que estamos sufriendo los trabajadores públicos durante el totalitarismo del Partido Popular es el síntoma de un proceso de saqueo de los derechos de esos trabajadores y de su honorabilidad ante la ciudadanía. Acción que requiere de la reacción necesaria para contrapesarla.

Hoy en día, hemos dejado de ser trabajadores públicos al uso para convertirnos en garantes del sector público que el gobierno liberal quiere arrebatar, no ya a sus trabajadores, sino a toda la ciudadanía (y sí, volvemos a hablar de hospitales, de escuelas, de servicios sociales, de un largo etcétera y, desde luego, de centros penitenciarios).

El Partido Popular se ha puesto frente a los trabajadores y debemos de elegir entre esperar agazapados en nuestros cubículos sus agresiones u oponernos frontalmente a ellos. Y hay que hacerlo ¡ya!, porque una vez que nos han sometido, ahora quieren destruir la única herramienta que es capaz de hacerles frente, el sindicalismo.

Han denostado al sindicalismo como nos denostaron a los trabajadores públicos hace un par de años. Lo hacen desde sus voceros mediáticos, desde sus políticos más radicales y desde sus seguidores emboscados dentro del colectivo. ¡Y ha calado en toda la sociedad!. Pero también, y desde el otro frente, cala en la sociedad la necesidad de cambio y de regeneración.  Esa sociedad conoce que nuestra única defensa laboral está en el sindicalismo porque no hay otra cosa. Un sindicalismo que ha cometido muchos errores, incluso felonías, y al que hoy se le exige que el mismo también se regenere, para resurgir de sus cenizas, purgarse y luchar, luchar y luchar por los funcionarios y por los ciudadanos, por lo público y por lo privado.

El sindicato UGT es un sindicato de clase formado por trabajadoras y trabajadores, no tiene que ser un “aparato”, ni una empresa de seguros, ni un servicio. UGT, eres tú, sólo tú y tus ideas progresistas, y tus ideas sociales, y tus ideas humanitarias. ¡Adelante, da ese paso, lucha!.