lunes, 4 de octubre de 2010

Vino y agua fresca

Ayer, 3 de octubre de 2010, posiblemente, fuese el día de las esperanzas rotas o el día del encuentro con las aspiraciones soñadas; pero, sobre todo, fue el día del partido, de ese partido en el que se han movilizado la práctica totalidad de sus militantes para expresar su parecer, su ilusión, su sueño.


No lo digo porque, desde el lado de los favorecidos, tenga que celebrar, con manida displicencia la elección de Tomás Gómez, tampoco porque con sutil elegancia tenga contener el énfasis de los “victoriosos”, ni tampoco porque tenga que gestionar las expresiones emotivas para ponerlas al servicio de estrategias globales. ¡No!. Yo como dice Tomás soy un tipo corriente, de los de abajo, de esos que según Machado, “donde hay vino beben vino; donde no hay vino, agua fresca” y, por tanto, no soy amigo de contenciones.

Pero por encima de todo, creo que ese vino y esa agua fresca, es nuestra riqueza, nuestra energía para vivir, para hacer el camino que llevamos haciendo durante los últimos ciento treinta años. Gracias a ellos estamos aquí, aún al principio del camino, dónde anidan los proyectos, los sueños y las ilusiones. Camino que cimentados con el convencimiento de que el desprecio de la una o del otro, es el desprecio al otro punto de vista, es el desprecio a la idea que enriquece la nuestra; es el desprecio a la sombra en el camino, al viento en la cara. Ese agua que oculta la acidez del vino; el vino que perfuma el agua.

No hay nada que elegir, no hay nada que rechazar, no hay nada que subyugar en nuestro camino; porque los caminantes no se conocen por nombres, ni posición, ni por quien son sus amos, sino por el polvo de sus albarcas y sus alforjas bien provistas de vino y agua fresca.

Resultados completos de las primarias del PSM