miércoles, 15 de diciembre de 2010

El Camino del Arco

Una vez más he terminado de leer el libro de Pablo Coelho “El Camino del Arco”. Una vez más me ha acompañado en mi propio camino, y lo ha hecho por dos razones, una porque yo también soy arquero, y otra, porque también soy un ser humano sometido a los avatares que la vida interpone en ese camino. Coelho utiliza al arquero y el camino del arco para hablarnos, a todos, sobre el camino de la vida; de nuestra vida, de su vida.


Sin embargo hay personas que no son capaces de comprenderlo, porque no son capaces de llegar a esa abstracción de la que sacar conclusiones más allá de un enunciado sistemático; pero, además, hay arqueros que tampoco saben extrapolar su propio camino del arco, vagando por un hipotético arte sólo posible tras asumir dogmáticamente la filosofía del Kyudo, la cultura nipona y la supuesta sensibilidad erudita de la órbita rural japonesa.

Espero que no se me mal interprete y se me acuse de segregar a aquellos que ven en el Kyudo un arte, o una filosofía, o lo que quieran ver; cada uno es muy dueño de sensibilizarse con lo que le de la gana, estaría bueno. Sólo pido un poco de comprensión para aquellos otros arqueros, entre los que me encuentro, que buscan en el arco algo más que atravesar el “amarillo” y algo menos que levitar en la línea de lanzamiento. Y lo quiero así porque soy una persona de verdades, verdades como mi cultura occidental, mis valores, mis estímulos y mis arcos también occidentales.

Respeto el Kyudo como es, porque sé que el Kyudo me respeta a mí como soy.