domingo, 16 de enero de 2011

Al filo de la cuchilla

Entre la victoria y la derrota, entre la verdad y la mentira, entre el acierto y el descalabro, vivimos, trabajamos, soñamos. El fiel, lo único no voluble, es el filo de la cuchilla que nos mantiene en equilibrio en el que nos mantenemos mediante una débil lucidez.


El odio y la soberbia, son, sin duda, la carga mal estibada que hace zozobrar el barco; la humildad y la bondad, el camino sereno y placido de la hoja de ruta. La lucidez, la amada y perseguida lucidez, la que nos sobreviene por el simple hecho de tener sentimientos, por ser animoso, es zarandeada por el orgullo y el egoísmo.

Necesito la responsabilidad de los que me precedieron, y de los que precedieron a los que les precedieron; necesito sentir su sabia desintoxicada en mis venas, y sus victorias, y sus verdades, y sus aciertos. Lo necesito porque mi partido es un casteller y para ser un peldaño, no un peldaño único, no uno permanente, no un peldaño soberbio, sino un simple peldaño de alubión, del alubión de las acciones socialistas, necesitaré de la fuerza de los que ya han pasado y del arrojo de los que vendrán después de mí y que espero con ilusión y con humildad.

Antes de ayer, día quince, se confirmó la lista que presentará el PSOE a las elecciones locales y en la cual me han incluido. Ojala la lucidez sea mi herramienta recurrente.