lunes, 24 de marzo de 2014

La hormiga


Miro el papel en blanco que está delante de mí. Raro en mí, me pongo a escribir sin saber sobre qué.

Ese pequeño párrafo se me antoja como las huellas de una hormiga sobre un suelo blanco, inmaculado, que mancha con sus patas sucias de tinta negra.

            Hoy es mi cumpleaños. Cincuenta y ocho años. Mis hijos levantan el vuelo del nido. Tengo un trabajo que aborrezco, otro que me aburre, una asociación de fotografía que no funciona, otra de ecologistas a la que no hago caso, una agrupación política que me decepciona, una nueva asociación sobre un trozo del pueblo – el Forestal- donde vivo que no me motiva, peso ciento cuatro kilos, diabetes e hipertensión. ¡Ah!. Y, encima me pica una teta.  

            ¡Joder con la puta hormiga! ¡Ya podría ir a manchar otra cuartilla!

            Ayer murió Adolfo Suárez. ¡Ese lo tiene más chungo que yo!.  Todo son loas hacia el Sr. Suárez –o Duque de Suárez- No tengo nada en común con él. Ni ideológica ni socialmente, y se me antoja que tampoco nuestras personalidades tienen nada en común. Hizo un papel en este País que independientemente de la motivación, le vino bien a los españoles. ¡Gracias por ello!.

¿Loas?. Sí, loas. Pero las loas no se hacen a las personas. Es decir, a esas que por las mañanas se levantan despeinados, salen corriendo al water con dolor de tripa, lloran sus preocupaciones entre los pechos de su mujer revestida del papel embaucador de madre. No. Las loas se hacen al personaje. Personaje pulcramente peinado, impecablemente vestido, subido en un pedestal que ni a él, ni a nadie, le corresponde.

“Polvo eres y en polvo te convertirás”. ¿Esto tiene su chascarrillo, eh?. Pero, en serio. ¿Esto de vivir, tiene algún sentido?. No me extraña que algunos inventaran los dioses. Si hombre, por eso de que cuando te mueras habrá merecido la pena. ¡Que idiotas!. Yo ya tengo mi recompensa. A mí me ha valido la pena vivir: estoy junto a Elena.

Ayer celebramos mi cumpleaños con mi tía, mis hijos y sus parejas y “mi” Elena. Ni me acorde que había fincas que administrar ni ordenadores que arreglar. Me dio tiempo a subir un artículo a la página WEB del partido, me regalaron una nueva cámara de fotografía, se me ocurrió que debería ir al Forestal a estrenarla, me dí cuenta que sólo peso ciento cuatro kilos, me puse hasta arriba de tarta y me salté el régimen.

¡Que se joda la hormiga!