martes, 13 de julio de 2010

Pichón

Vuelan los recuerdos sobre mi hogar. Vuela el alma. Vuela el pichón.

Fríos, van sucediéndose los recuerdos de cuando me toco a mí iniciar el vuelo. Cuando sentí el viento de la soledad aullando entre las plumas de mis alas antojándoseme música celestial, canto de sirenas. Cuando todo bajo de mí cobro otra perspectiva, otra referencia. Cuando quise atrapar la Libertad.

Aquel tiempo en el que conseguir mirar de tú a tú al resto de los adultos, con misericordia a aquellos que aún no habían llegado al momento de echar a volar, y con arrogancia a aquellos que ya habían volado, creía yo, excesivamente.

Me prometí, todos lo hemos hecho, ser distinto, hacer las cosas de otro modo, romper la uniformidad social, pero, sin embargo, me jactaba en ser parte de ella.

Tocaba mi turno de estructurar mi propia vida, y que esa vida fuese respetada como la del que más. De pronto me convertía en u ser experimentado, dueño de sí mismo, con coraje y mucha soberbia. Había llegado, creía yo, hasta el nivel social mas alto.

Ahora, un tanto cansado, sin presunción un tanto sabio, algo triste y con mucha ternura, veo desde lo alto de mi cielo a mi pichón. La veo como se prepara, como el instinto la lleva a hacer los primeros movimientos, a colocar las alas, a mirar el acantilado con veneración, al valle con arrogancia. Y la reconozco. Y me reconozco.

¡Adelante pichón!. Vuela. El viento está de tu parte, la altura es tu lugar y yo ... Yo volaré por tus venas.